El recuerdo puede despertar algo más que la mera conciencia de un dato, puede hacer presente un mundo dotado de un “aura” perceptible de la que no se fue consciente o que simplemente no existía en el momento del acontecimiento. El recuerdo posee la misteriosa capacidad de hacer presente el mundo del alma en una medida muy superior a la del acontecimiento original. El recuerdo nos ofrece así una realidad nueva, acrecentada, de la que sólo tuvimos, si acaso, una sospecha en el pasado; nos devuelve un acontecimiento al que el tiempo ha podido dar un incremento de sentido. El pasado se nos devuelve, en el recuerdo, con imágenes reconstruidas impregnadas de bruma como un viejo baúl impregnado de polvo.
Marcel Proust
Constelaciones, óleo sobre tela, 80x200cm, 2009
Amarillo, óleo sobre tela, ,20x30cm, 2006
Esbozo de un yo, óleo sobre madera, 65x45cm, 2011
Paisaje desde mi ventana en Italia, óleo sobre madera, 60x45cm, 2009
Hombre ruso, óleo sobre tela, 40x40cm, 2009
Aliado, óleo sobre tela, 40x50cm, 2010
Despedida, óleo sobre madera, 40x60cm, 2010
“Época de Bruma” surge por necesidad de plasmar vivencias y experiencias pasadas a través de imágenes impregnadas de esa sensación del paso del tiempo; la nostalgia de lo que un recuerdo deja en imagen, ese desaparecer y perderse en escenas incompletas que a la vez brillan rodeadas de un aura: la luz del atardecer, de la despedida, de lo que pasa y acaba. Me interesan los recuerdos en imágenes porque para mi el recuerdo además de traer una carga emocional, la mayoría de las veces nostálgica, tiene la característica de ser difuso e impreciso, y que conforme se reconstruye se define y se desvanece simultáneamente, es la bruma del tiempo sobre la memoria, intentando definirse entre entornos, objetos, rostros, paisajes…, y la pintura y el dibujo son el medio idóneo que me permiten experimentar; para dar forma y materializar lo intangible.
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